La otra mujer by Ann O’Leary
autor:Ann O’Leary
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Erótico
publicado: 2006-08-09T22:00:00+00:00
CapÃtulo nueve
EL lunes siguiente, Fiona llegó al trabajo a las ocho y media de la mañana. Era un dÃa caluroso y habÃa algunos pacientes sentados en la sala de espera leyendo revistas. Sally, la recepcionista, estaba organizando los historiales de los pacientes del dÃa para cada médico.
âHola âsaludó Sally alegrementeâ. Tienes al primero en quince minutos, pero acabo de recibir una llamada de socorro de Penny Watts. âFiona asintió. HabÃa visitado a Penny y a su bebé recién nacido unas cuantas veces, revisiones de rutinaâ. Dice que el bebé no para de llorar. Está preocupada por si le pasa algo.
Con suerte sólo será un cólico, pensó Fiona.
â¿Le has dicho que viniera enseguida?
âSÃ, está de camino.
âMuy bien, gracias.
Sally le dio el historial y Fiona fue a su consultorio. Al fondo del pasillo, Sue la saludó con la mano mientras acompañaba a un paciente a la sala de masajes.
Fiona cerró la puerta, dejó el historial en la mesa y se desplomó en la silla. Suspiró con cansancio. Se le acumulaban las visitas y el dÃa ni siquiera habÃa empezado. Iba a ser un dÃa duro. Aquella mañana se habÃa propuesto dejar en casa el abatimiento que la habÃa dominado todo el fin de semana. Sin embargo, no podÃa quitarse a Joanna de la cabeza. Se enfadó consigo misma por no haber aprendido la lección, por no haber sido más lista. Ya se habÃa perdonado por ser ciega y estúpida con Diane. Al fin y al cabo, Diane le habÃa hecho muchas promesas y ella habÃa decidido creérselas. Joanna, en cambio, habÃa dejado muy clara su postura. No le habÃa mentido ni engañado en modo alguno. Fiona habÃa dejado que el deseo nublara su buen juicio y esta vez su estupidez no tenÃa excusa.
Llamaron a la puerta y Marie entró con dos tazas de café.
âHola, guapa âdijoâ. Va a ser un dÃa espantoso. He pensado que podÃamos tomarnos un cafetito antes de que la mierda nos llegue al cuello.
Puso las tazas sobre el escritorio y se sentó en la silla para los pacientes.
âBuena idea âdijo Fiona. Aceptó el café agradecida.
âPor cierto, ¿cómo fue la cena del viernes con Jo?
Los brillantes ojos azules de Marie rezumaban curiosidad. Fiona notó un nudo en la garganta. Dio un trago de café.
âEstuvo bien âdijo sin alterar la voz, evitando su mirada.
El rostro de Marie se tiñó de preocupación. Se apartó el flequillo despeinado de los ojos.
â¿Entonces por qué estás tan triste?
Fiona no pudo reprimir el llanto.
âPasé la noche con ella âsoltó, feliz de poder desahogarseâ. SabÃa que no debÃa hacerlo, pero, a la hora de la verdad, no hice caso de mi instinto. Nunca habÃa deseado tanto a nadie. âInspiró profundamenteâ. Ahora estoy enamorada de una mujer que parece que puede abrir y cerrar sus sentimientos como un grifo.
Marie la rodeó con el brazo y la besó en la mejilla.
âNo seas tan dura contigo misma. Era inevitable que pasara algo entre vosotras âle dijo con dulzuraâ. Y seguramente te enamoraste de ella desde el principio. Te conozco muy bien y eso es lo que me pareció.
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